martes, 17 de abril de 2018

Nadie dijo que fuera fácil...

Al principio, sentimientos encontrados...
A la ilusión inicial del encuentro, de ver cumplido el anhelo de tantos años, a la felicidad de tener muy cerca esa carita tantas veces soñada, a la alegría de tener a tu hija entre tus brazos...

Se une el vértigo a “lo desconocido”, a no saber si “serás capaz”, a la responsabilidad de saber “que es para siempre” y, en algunas ocasiones, a la sospecha de que “algo no va bien...”
Y yo me pregunto... ¿ alguna vez nos hemos parado a pensar lo que ellos han sentido...?
Seguro que miedo, inseguridad, tristeza por lo perdido, aunque no fuera lo mejor del mundo, pero era “lo suyo”, lo conocido...

La Naturaleza y la Vida son sabias. Y esos pequeñines, que nos necesitan más que a nada en la vida, se agarran a nosotros como a una tabla de salvación. Y lo único que esperan es que seamos madres, padres y madres, ni más ni menos, con todo lo que eso implica...
¿Alguien dijo que fuera fácil...?
Ser madre ha sido y está siendo la “tarea” más difícil de mi vida. Pero también la más gratificante, la más enriquecedora, la que me hace salir de mí misma cada día para mirar a mi hija y hacer que se “sienta sentida” y adivinar, con solo mirarla a los ojos, a esos preciosos “ojos de almendra”, si el día ha ido bien o mal o, solamente, a permanecer callada a su lado, dejándole su tiempo y su espacio y que ella cuente lo que quiera, como quiera y cuando quiera...
¿Vendrán alegrías?

¿Vendrán dudas y sufrimientos?
También
Pero, desde el primer minuto que la tuve entre mis brazos, aunque nadie dijo que fuera fácil, supe que no habría fuerza en el mundo que me hiciera renunciar a darle lo mejor de mí.
Te quiero mucho, princesa.