lunes, 14 de mayo de 2018

Cara y Cruz


Como casi todo en esta vida, la adopción también tiene su "cara y su cruz".
A los momentos felices, gratificantes, serenos... pueden sucederles otros de desconcierto, rabia, incomprensión y hasta miedo.
Desconcierto por no conocer muchos aspectos del pasado de nuestros hijos, rabia por nor saber cómo resolver algunas situaciones difíciles, incomprensión por parte de los más cercanos que siempre "saben resolver" dichas situaciones mejor que nosotros y miedo al futuro, a lo que vendrá, al futuro de nuestros hijos...
Porque aunque muchos lo nieguen, sus carencias afectivas en la primera infancia, además de otras circunstancias personales, les dejan una herida difícil de cerrar o, en el mejor de los casos, cicatrices que les recuerdan que en su pasado hay ABANDONO. Y lo escribo con mayúsculas porque el dolor de saber que las personas que supuestamente tenían que haberlos cuidado y protegido, se han desentendido de ellos, es inmenso.
Y no hay otra...
Puedes contarle o imaginar juntos historias de "renuncia por amor" de "te querían pero no pudieron cuidarte..." de "tu familia era muy pobre..." Nada les conforta ni le da respuestas. En el puzzle de sus vidas falta una pieza y ésto hará que su historia nunca esté completa. Aparece en nuestros hijos la angustia, el miedo, la inseguridad... que les lleva al desafío, la contradicción en sus afectos hacia nosotros, la ansiedad del miedo a un nuevo abandono... Se convierten en seres vulnerables e inseguros, propensos a dar afecto al "mejor postor" para sentirse "falsamente seguros y queridos".

Y... ¿qué podemos hacer, nosotros, los padres? Simplemente acompañarles en su camino, demostrarles que nuestro amor es incondicional, pero poniéndoles límites a sus constantes desafíos. Ellos los necesitan, aunque no lo parezca, porque sin límites se sienten perdidos. Hacerles saber que la adopción es para siempre y repetirles una y otra vez que los queremos.

Y, aún así, el camino no será fácil. Habrá altos y bajos, momentos felices y momentos de frustración, luces y sombras, cara y cruz... Incluso podemos llegar a creer que nos hemos equivocado... Pero estoy segura de que la tormenta pasará y al final seguirán siendo los hijos e hijas que un día el "hilo rojo" nos puso en el camino y nos ató al corazón.

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