miércoles, 25 de abril de 2012

Adopción: Sentido común y mucho, mucho cariño...II

Y... seguimos con:


Las primeras horas con nuestras hijas/os


No los bañéis el primer día, lavadlos con una toalla empapada en agua. Es normal que nuestras hijas/os tengan miedo a la bañera o a la ducha, probablemente nunca los hayan bañado.

Una buena idea es comprar un barreño y, con poca agua, meterlo en de la bañera y colocar al niño/a dentro. El peque se irá acostumbrando a estar en esa situación (dentro de la bañera) y poco a poco podréis ir retirando el barreño.

Tampoco es raro que no quieran comer, algunos sí y otros no, depende de su nivel de estrés es mayor o menor. Si les presentamos variedad de alimentos, sobretodo los que son propios de su lugar de origen, en unos días, estará el problema resuelto...

Recuerdo que mi hija no consentía comer nada, ni siquiera la sopa de arroz que, en teoría, gustaba a todas las niñas de su grupo, sólo tomaba una poquita de leche varias veces al día. El segundo día de estar con ella, nos fuimos a comer a un restaurante, nos pusieron un gran plato de patatas fritas encima de la mesa y cual no sería nuestra sorpresa al verla alargar la mano, desde la sillita, y comenzar a coger patatas y a comérselas desesperadamente. ¡Por fin habíamos encontrado algo que le gustaba...!

Se me ha olvidado contar algo que, en nuestro caso, fue bastante interesante o al menos curioso... Casi todas las niñas de nuestro grupo preferían estar en brazos de los padres y no de las madres. Al principio había opiniones para todos los gustos... unos pensaban que posiblemente era porque notaban la “fortaleza” del padre y por instinto de supervivencia se aferraban a él, otros creían que era un rechazo a las mujeres por un mal recuerdo hacia sus cuidadoras... la teoría más creíble, según yo pienso, es que en la mayoría de los casos somos las madres (mujeres) las que las cogemos en el momento de la entrega, las que las ”arrancamos” de su mundo conocido y no es raro que no quieran saber mucho de nosotras, por lo menos en los primeros momentos.

Recuerdo a una pareja de nuestro grupo que era tal el “aferramiento” que la niña tenía hacia el padre que la madre tenía que vestirlo y desvestirlo, incluso darle de comer porque la niña no consentía soltarse de sus brazos...

Y creo que es suficiente por hoy...

¡Seguimos en contacto!

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