“Mi nombre es María, tengo 18 años y soy hija adoptiva. Mis padres me adoptaron cuando yo tenía 1 añito y no recuerdo cuándo me lo dijeron, pero sí cómo lo hicieron, me contaron un Cuento...” Así comienza el relato de María, una joven adoptada con 1 año de edad y a cuyos padres, llegado el momento, se les platearon las mismas dudas que a cada uno de nosotros, padres adoptivos.
martes, 1 de diciembre de 2015
“Hoy te observo...”
Hoy te observo junto a la ventana, tus ojos miran queriendo llegar lo más lejos posible, como si por arte de magia pudieras hacer desaparecer los mares, las montañas, la distancia, el tiempo...
Creo adivinar en ti la duda de no saber cómo fue, qué ocurrió, por qué a ti...
La rebeldía, la tristeza, la contrariedad, propias de tu edad, se hacen gigantes cuando la sombra de la palabra “abandono” martillea en tu mente...
¡Ojalá hubiera sucedido de otra forma...! O quizás no...!
¡Ojalá pudiera evitarte ese sufrimiento...! O quizás no..!
¡Ojalá, ojalá, ojalá...!
Pero esta es nuestra historia, la más bonita del mundo para nosotros y de la que no cambiaría ni un punto, ni una coma... porque en ella estás tú...
Te secas la lágrima que corre por tu mejilla, sonríes al saber que te observo, todo el amor del mundo se refleja en tu mirada y pronuncias las palabras más dulces, más entrañables, más tiernas que una madre puede escuchar... “TE QUIERO MUCHO MAMÁ” Y el alma se me derrite y sólo alcanzo a contestar... “Y yo a ti, mi princesa...”
miércoles, 17 de junio de 2015
Comienza una nueva vida...
Los primeros rayos de sol iluminaron la carita que asomaba dormida entre las mantas arrulladas.
Una cesta pequeña apenas se distinguía entre los grandes escalones que llevaban a la entrada de un edificio frío y destartalado. Unos pasos se acercaron y pararon en seco.
Al ver a la pequeña criatura acurrucadita, dormida, ajena al momento trascendente que estaba viviendo, la cuidadora la recogió con cariño y susurró en voz baja “ no temas pequeña...”
Dentro del orfanato decenas de cunitas acogían a los pequeños bebés de dos en dos, parecía que de este modo la soledad de las ausencias sería más leve...
Al otro lado de la calle, una mujer destrozada por el dolor lloraba desconsolada, no podía hacer otra cosa...
martes, 16 de junio de 2015
Gordita y Malanda
Hace muchos, muchos años, en un país muy
lejano, había una región cubierta de grandes lagos y de verdes bosques, donde
cada dos por tres había un castillo y en cada castillo vivía un príncipe o una
princesa.
Yo os voy a contar lo que le ocurrió a
dos de estas princesas:
Una de ellas, había nacido en primavera. Era
rubia, simpática y sonrosada. Le pusieron de nombre Belinda; pero como nació
muy rolliza y además le gustaba mucho comer, todos la llamaban
cariñosamente Gordita.
La otra princesa había nacido un día oscuro y
triste de invierno. Desde que nació no paraba de llorar y nunca quería comer,
siempre estaba triste. Le pusieron de nombre Miranda, pero como era muy torpe
al andar y siempre estaba tropezando y cayendo, la llamaban A Malanda.
Gordita y Malanda vivían
muy cerca una de la otra, pero nunca se habían visto, mejor dicho, Gordita no
conocía a Malanda, pero ésta sí conocía a Gordita, ya que cada tarde se asomaba
a la ventana del torreón más alto del castillo para ver cómo su vecina jugaba,
comía y se divertía con los demás niños que vivían por allí.
Malanda nunca quería
bajar a jugar. Comía tan poco que casi nunca tenía fuerzas para correr y,
además, siempre se caía al suelo cuando lo
intentaba. Tenía miedo de que los demás niños y niñas, príncipes y
princesas se rieran de ella; por eso, se pasaba las tardes enteras asomada a la
ventana, pero sin querer salir a jugar. Sólo le gustaba tocar el piano y, en
realidad, lo hacía muy bien.
Mientras Gordita crecía
alegre y juguetona, Malanda crecía triste y solitaria... y esto es importante
tenerlo en cuenta para comprender lo que ocurrió después.
Cuando
Gordita cumplió 12 años, sus padres dieron una gran fiesta e invitaron a todos
los niños y niñas del lugar, incluida Malanda. Pero, como era de esperar, ésta
no se presentó. La estuvieron esperando durante toda la tarde, incluso le
guardaron un trozo de pastel de tarta y algunos regalos con sorpresa, pero al
final, al ver que no llegaba, decidieron repartírselos entre ellos.
Desde su alto torreón, la triste princesa,
oía las risas y los cantos de la fiesta y ésto la puso todavía más triste. Se
miró al espejo, ella tenía 11 años y lo que vio fue una niña delgadita y
larguirucha. Además, como nunca le daba
el sol, tenía una piel descolorida y pálida. Ella creía que era muy fea y
pensaba que era mejor mantenerse oculta.
Al año
siguiente, cuando Malanda cumplió 12 años, sus padres, que estaban muy
preocupados por ella, decidieron hacer una fiesta con todos los niños y niñas
del lugar, para ver si su hija se alegraba. Hicieron invitaciones que
repartieron por todo el lugar, adornaron el salón más grande del castillo,
contrataron a músicos e incluso a una pareja de Asaltimbanquis@ para amenizar la fiesta... , en fin, todo
estaba preparado a la perfección.
Todos
los príncipes y las princesas, incluida Gordita, se sorprendieron mucho por la
invitación, ya que ninguno conocía a esta princesa. Pero decidieron ir todos a
conocerla y a llevarle cada uno un pequeño regalo. Gordita hizo unos
pastelillos de chocolate, vainilla, fresa y crema, que estaban deliciosos. Todo
el que los probaba, repetía. Otro niño le compró un lazo; otra niña unos
pendientes; otro, una preciosa bufanda...
Cuando
llegaron al lugar donde se iba a celebrar la fiesta cada uno fue colocando su
pequeño regalo encima de una mesa, que había en el centro del salón. Éste
estaba adornado con globos, cintas de colores, guirnaldas, etc...; pero no
había ni rastro de la anfitriona, es decir, de Malanda.
Todos
miraban de un lado para otro, sin saber qué hacer. De pronto, Gordita, vio
asomar la punta de unos zapatos azules por debajo de una cortina roja.
- ¡Ajajá... dijo, ya sé donde está! Está escondida detrás de la cortina.
- ¡Hola amiga!, dijo Gordita. Pero nadie
contestó.
- ¡Hola!, volvió a repetir. ¿Estás escondida detrás de la cortina?
- ¡Sí!, se oyó decir con una vocecita
tímida y apagada.
- ¿ Por qué no sales de tu escondite?
- Porque me da vergüenza que me veáis.
- ¿ Que te da vergüenza de que te veamos? ¿ acaso no eres una niña
igual que nosotros?
- Sí, contesto Malanda, pero nunca he hablado con niños como vosotros.
- ¿ Cómo te llamas?, le preguntó de nuevo Gordita.
- Me
llamo Malanda.
- ¿
Malanda?, 4 qué nombre más raro!
-
Bueno, en realidad me llamo Miranda, dijo la niña desde detrás de la cortina;
pero, como soy un poco patosa andando, me llaman A Malanda.
- ¡Ah, ya! Eso es como a mí, que me llamo Belinda,
pero, como me gusta mucho comer, me llaman A Gordita.
- ¿ Ah...si... tú también tienes dos nombres...? preguntó la niña de
nuevo.
- Sí, contestó Gordita, pero no me importa, porque yo sé que me lo
dicen mis amigos con cariño. Pero a
partir de hoy van a cambiar las cosas, a mí me llamarán Belinda y a ti, te
llamarán Miranda. Se acabó lo de Gordita y Malanda. ¿ Te parece bien?
-
Sí, contestó AMalanda, perdón...
Miranda, sin salir de su escondite.
Todo
parecía indicar que la situación inicial iba comenzando poco a poco a ser menos
tensa y que Gordita, perdón, Belinda estaba consiguiendo ganarse la confianza
de Miranda, por eso continuó preguntándole:
- ¿ Quieres comer algo?
- No. Yo no como casi de nada, dijo ella. No me gusta la comida.
- ¿ Cómo que no te gusta la comida? Tú no has probado mis pastelillos.
Te aseguro que están riquísimos. Toma uno. Pruébalo.
Miranda
sacó una mano de detrás de la cortina para coger el pastelillo.
-
¡Oh...qué mano más bonita!, dijo Belinda.
¡Qué dedos más largos! Seguro que sabes tocar
el piano muy bien.
-
¡Sí!, dijo Miranda, más animada. Lo toco desde pequeña; en realidad, no
sé hacer otra cosa más que tocar el piano.
- Te propongo un trato, dijo Belinda, yo te enseño a bailar y tú me
enseñas a tocar el piano ¿ vale?
Cuando
Miranda oyó aquella propuesta, se quedó un poco asombrada; pero, poco a poco su
actitud comenzó a cambiar. Casi sin quererlo, fue asomando un lado de la
cara, después el otro, luego sacó medio
cuerpo... y así hasta que salió toda entera de su escondite. Se colocó muy
decidida en medio del salón y dijo:
-
¡Vale!, ¿cuándo empezamos?
Todos
los niños comenzaron a aplaudir y a gritar:
- ¡Bravo!, ¡bravo!
Bailaron,
jugaron, rieron, gritaron y se lo pasaron estupendamente durante toda la tarde.
Desde
aquel momento Belinda y Miranda fueron muy buenas amigas y cada una cumplió su
promesa de enseñar a la otra. Por eso Miranda se convirtió en una estupenda
bailarina y Belinda fue poco a poco aprendiendo a tocar el piano.
- ¡Ah!
Y ya nadie más las volvió a llamar Gordita y Malanda, todos las llamaban las
princesas Belinda y Miranda.
Nunca
más se habló en aquel lugar de la princesa triste y como eran tantos príncipes
y princesas, casi todos los días había un fiesta de cumpleaños en alguno de los
castillos.
Y... así ocurrió y así fue, como me lo contaron te lo conté.
lunes, 25 de mayo de 2015
Entiéndeme, enséñame. Guía para la atención educativa al alumnado en situaciones de acogimiento familiar, adopción y acogimiento residencial
Existen en nuestro entorno niños, niñas y adolescentes que por diversos motivos, no pueden estar con sus familias de origen porque éstas no pueden proporcionarles la atención, los cuidados y el cariño que necesitan, es más, en algunos casos han sufrido abandono, maltrato, negligencia...
Ante esta circunstancia, la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales pone en marcha la medida de protección más adecuada, según las circunstancias: acogimiento familiar, adopción o acogimiento residencial.
Estos menores se incorporan a una nueva familia, bien de acogida o de adopción o pasan a residir a un centro de protección de menores. El objetivo es que estos niños y niñas vivan en un entorno estable que responda a sus necesidades emocionales, materiales, y sociales, y sobre todo que tengan la oportunidad de tener experiencias vitales positivas, que les ayuden a superar la adversidad que han sufrido.
Los menores del sistema de protección, como población infantil y juvenil de Andalucía asisten a los centros del sistema educativo andaluz. En estos centros los menores no sólo aprenden matemáticas, idiomas, historia... también desarrollan su personalidad, su autoestima, se socializan, adquieren valores... el centro educativo forma parte del entorno del menor y se constituye en un ámbito privilegiado de actuación como generador de experiencias e interacciones, tanto con personas adultas como entre iguales, que son una gran oportunidad para aprender y enseñar. Y estos niños y niñas han de recibir la mejor atención posible y esto incluye la atención educativa.
Por otra parte disponemos de datos y experiencia suficiente que nos indican que quienes han sufrido adversidad, falta de estimulación, experiencias de abandono, maltrato... presentan con frecuencia dificultades de adaptación, de atención, de autocontrol, problemas de autoestima, de rendimiento escolar... situaciones ante las cuales, en ocasiones se requiere de actuaciones diferentes.
Como respuesta a esta necesidad, así como para apoyar la labor educativa que desde los centros docentes se realiza, y consecuentemente mejorar su atención, la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, actualmente Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, encarga la realización de esta Guía al Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla.
En la actual escuela pública algunas de estas dificultades pueden ser abordadas desde el principio educativo de atención a la diversidad, pero para que las estrategias planteadas sean las más adecuadas hay que partir de la comprensión y el entendimiento de la realidad, circunstancias y experiencias que muchos de estos niños y niñas han vivido.
De entre las dificultades que el alumnado al que se refiere esta Guía presenta con frecuencia, se analizarán dos con algo más de detalle. Han sido escogidas no sólo por su frecuencia y relevancia, sino por la especial importancia que tiene abordarlos educativamente de la manera más correcta posible. Se analizará en primer lugar la problemática relacionada con el apego, abordándose luego la relacionada con los problemas de atención y control de impulsos, en conexión, obviamente, con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
viernes, 6 de marzo de 2015
“Leyendo a Fernando Alberca, se aprende que ser padres es mucho más fácil de lo que parece”.
Revista Phychologies (entrevista, marzo 09)
Una de las grandes, y fundamentales, aspiraciones que tienen los padres respecto a sus hijos es que sean felices.
Pero, ¿en qué se concreta ese deseo en los momentos actuales?, ¿son o pueden ser felices nuestros hijos?, ¿qué pueden hacer los padres para que esa aspiración pueda hacerse realidad?
A éstas, y a otras muchas preguntas, tratará de responder Fernando Alberca en la CHARLA- COLOQUIO titulada " Cuatro claves para que tu hijo sea feliz".
Esta actividad promovida por la Asociación Tejiendo Sueños de Córdoba tendrá lugar el viernes 13 de marzo a las 19 h. en el salón de actos del Centro del Profesorado "Luisa Revuelta" de Córdoba ( C/ Dª Berenguela,2 ).
La entrada es libre hasta completar aforo.
viernes, 9 de enero de 2015
NUEVA WEB SOBRE ADOPCIÓN: Adopción Punto de encuentro
La red nos ofrece la posibilidad de encontrar una nueva web sobre adopción. Se llama Adopción Punto de encuentro y ha sido creada por Mercedes Moya Herrero, que tiene dos hijos nacidos en Kazajistán.
En su presentación nos señala algunos de los objetivos que pretende con esta web.
"Pretende ser un lugar donde todo el que tenga algo que aportar: profesionales, organizaciones y asociaciones lo den a conocer, compartan y divulguen sus escritos, sus logros, sus contenidos, difundan sus propuestas ampliando el alcance de su trabajo por los canales apropiados para ello.
Los trabajos, las actividades que se programen, artículos y post, información importante, todo podemos compartirlo, darlo a conocer y ayudar a otros de forma instantánea porque es este un medio que ha superado la barrera del espacio físico y del tiempo, que nos enseña que nuestra aportación al mundo de la adopción es necesaria, nuestra experiencia es valiosa y nuestra mejor contribución es compartirla sin reservas con quien puede resultarle útil y cuanto más alcance tenga más beneficio para todos."
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